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martes, 27 de julio de 2010

Pensar como sociólogo: Desilusión – Privilegio / Distinción - método.

“Todo sociólogo debe ahogar en sí mismo el profeta
social que el público le pide encarnar”
Bourdieu, Chamberon y Passeron. 1975


Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología

Resumen

Ingresar a las Ciencias Sociales, y en especial a la sociología, no es tarea fácil. Requiere de un trabajo que debe hacerse paso a paso, sin afanes y con tranquilidad. Implica un proceso de re-educación y de pensar e impensar. Ingresar significa que, incluso, nuestros propios juicios deben ser objeto de cuestionamiento. Para ello, existen una serie de criterios que hacen del ingreso a las ciencias sociales, una cuestión mucho más amena, más libre, menos pesada. Son estos criterios los que en esta ponencia trataremos de recordar.

Palabras claves:
Ciencias Sociales, criterios de ingreso.

1. Una historia y una desilusión.
Así como la ciencia y sus productos tienen una historia, así mismo quienes la desarrollan reflejan en esos productos su época. La sociología como disciplina científica e institucionalizada sólo fue posible hasta el siglo XIX cuando una serie de condiciones sociales se sumaron a unas fuerzas intelectuales que marcaron diferencias frente a las formas de pensamiento pasadas. Antes del siglo XIX, los fundamentos del conocimiento eran diferentes y los objetos epistemológicos giraban en otras órbitas, sobre todo en la filosofía; pues eran los principios filosóficos los sistemas explicativos de la realidad y era la religión la que dominaba las reflexiones, y la sumisión a ella, implicaba una verdad absoluta fundamentada en el poder divino y el poder del Papa.

Son las condiciones históricas particulares del siglo XIX, las que permiten fundar el desarrollo de nuevas teorías sobre los problemas de la vida cotidiana. Es el capitalismo y sus efectos que empiezan a cobrar relevancia en un grupo de pensadores que se interesaron por estudiar las transformaciones de la sociedad tradicional hacia una sociedad más moderna causada, en buena medida, por el desarrollo industrial en las ciudades y sus habitantes, tales como la miseria, la pobreza, la muerte, el hambre y la explotación laboral de los hombres. Un siglo que se caracterizó por las complejidades políticas, las revoluciones sociales e intelectuales y la constitución de los Estados nacionales.

A estos intelectuales no les llamaba la atención la regularidad con la que los fenómenos se presentaban en el contexto más amplio de personas o grupos; recurrieron a las estrategias empíricas de la investigación como la observación y las estadísticas, para recoger datos sobre el cómo vivía la población; aparece con ellos otra manera de entender y explicar los fenómenos sociales. Todo lo que muestra Marx, especialmente en El Capital en su afán por explicar la determinación económica sobre la vida de la gente de manera tan detallada, logró evidenciar ese mundo complejo forjado en el siglo XIX y que invitó a un grupo selecto de científicos sociales a vislumbrarlos y esclarecerlos de manera diferente a como lo hubieran hecho los hombres de siglos anteriores.

Es preciso decir que la naciente forma de racionalización de las Ciencias Sociales también constituyó una ruptura con formas de pensamiento anteriores que habían estado fundamentadas en el naturalismo y en la religión centrada en el individuo. La nueva actitud de pensamiento conllevó a cuestionarse sobre estos aspectos y a dar una primacía a las relaciones sociales, pues era evidente que desde el individuo no era posible explicar los hechos históricos, la cultura y las relaciones sociales. Por lo que incitó hacia renovadas formas de hacer ciencia, hacia una mayor atención en la observación de los hechos, que rompió con el método por introspección, con el de la especulación y con los innatismos. Así, por ejemplo, Marcel Mauss apunta en esa ruptura con el innatismo con la teoría sobre la técnica corporal cuando por ejemplo, fundamenta que el cuerpo es un objeto social y que todo lo que él expresa, es posible a través de un proceso de socialización y de aprendizaje como el hábito de comer, de caminar o de sonreír. Es decir que ahora, las ciencias sociales, llevaban a pensar más no en cómo serían los hechos sino en cómo ocurren y cómo se transforman.

Así pues, se reivindicó con mayor fuerza el papel de la historia porque se comprendió que las relaciones sociales son relaciones históricas y espaciales, ubicadas en un mundo, con un origen, unas relaciones de multicausalidad y unas implicaciones sobre la vida cotidiana. Intelectuales como Durkheim, habían comprendido que para empezar a pensar como sociólogo había que desprenderse y desmontarse de los mecanismos ilusorios del pasado para producir nuevos conocimientos científicos de acuerdo con métodos de procedimientos investigativos rigurosos.

Ahora bien, con el nacimiento de la sociología como campo de las Ciencias Sociales, se constituye una forma muy particular de ver el mundo, tanto, que para muchos, la sociología es una forma de desilusión contra las explicaciones divinas y naturales. De una parte, pensar en sociólogo conllevó a reconocer que la sociedad no era una construcción del cielo y por lo tanto no existía aquel motor externo que la creaba y la conducía. Por estar razón, la sociología invitó a reflexionar sobre la sociedad y a entenderla de una manera diferente al común de la gente; a tomar distancia de ella para comprenderla mejor. Evidenció que la sociedad no es un don divino y que su dinámica es el resultado de la acción de los hombres. La sociología desencantó y lo sigue haciendo porque libera la reflexión que se hace de la sociedad de lo que ella debería ser. Como lo expresó Bourdieu, “la sociología, al igual que todas las ciencias, tiene como misión descubrir cosas ocultas.” (1997:22)

Pero de otra parte, demostró que la sociedad está compuesta del control social, de diferenciación social, de roles (papeles) impuestos, de socialización y del adentramiento de la sociedad en cada uno de los individuos; pero también, de la trascendencia de la sociedad más allá de la existencia del individuo. Una desilusión que invita a la crítica, a verse como lo expresa Mills, parte de una historia más general que integra la autobiografía. A ver los fenómenos sociales como cosas, tal como lo expresaría Durkheim, pero como cosas sociales para comprender de manera más objetiva el funcionamiento de la sociedad.

Todo este marco de historia y de desilusión es lo que de alguna manera conllevó a la formación de un nuevo campo de conocimiento, que si por un lado marca grandes diferencias no solo con formas tradicionales de explicación, también lo hace con campos de conocimientos que se van constituyendo de manera contemporánea a ella como la psicología y la biología.

2. Distinción y particularidad del método.
Ahora bien, preguntarse lo que significa pensar en sociólogo pone en evidencia dos cosas: primero, que existe una forma particular de pensamiento que se diferencia de otros. Segundo, que esa forma particular no se hace de cualquier manera sino que ella contiene su propio procedimiento, sus propias exigencias y sus particulares formas de ver las cosas. Pero también pensar en sociólogo es educar los sentidos (la mirada, el tacto, el gusto, el olfato) de manera muy especial, de tal manera que se pueda ver los otros y vernos así mismos.

Una forma particular de pensamiento: la distinción.

La diferencia que marca la sociología con los otros campos es una cuestión muy importante. Frente a las ciencias naturales, como el caso de la biología, podríamos pensar que el problema no es tan complicado pues los objetos de las ciencias naturales no son objetos sociales sino naturales y orgánicos, aunque cada día aparecen nuevos avances en los que ambas esferas del conocimiento deben compartirse y complementarse. Frente a la filosofía, radica en el hecho de que los fenómenos deben ser observados libres de valoraciones metafísicas, proféticas y divinas, ubicándolos en el espacio y relacionándolos con hechos anteriores. Reconstruyendo su historicidad y el conjunto de conceptos y definiciones que los caracterizan. La sociología se cuida de lo que Bourdieu señala en el epígrafe de este artículo, ser una ciencia profética, pues esta no es función ni de su teoría ni de su método. Pensar en sociólogo es evitar el prejuicio y negar la profecía en sus observaciones. El sociólogo no es un profeta, figura bíblica que constituyó un papel importante en esa historia como el profeta Natán o como Isaías. Ahogar el profeta que le exige la sociedad es la tarea permanente en el pensar y quehacer sociológico.

Frente a los otros campos de las Ciencias Sociales, el problema es más complejo, pues el dilema está no tanto en el objeto, pues al cabo en estas ciencias el objeto es social, sino que está más en el punto de vista frente al objeto. Georg Simmel explicaría esto de la siguiente manera: “lo que la diferencia de las demás ciencias históricas sociales, (haciendo referencia a la sociología) no es pues, su objeto, sino el modo de considerarlo, la abstracción particular que en ella se lleva a cabo.” (Simmel, 1986:20) Por lo tanto, así como la geografía tiene como objeto central el espacio geográfico, comprendido este como la relación indisoluble del sistema de objetos y el sistema de acciones, en la historia son los procesos históricos del pasado y comprendidos en el presente. En la sociología el hecho social, las relaciones sociales como relaciones históricas y las estructuras sociales y las interacciones sociales han sido temas de discusión central en este campo. Para Durkheim, es el hecho social, que requiere de todo una serie de reglas para hacer de él, el verdadero objeto.

En este sentido, una forma particular de pensamiento conlleva a una forma particular de explicación. Un ejemplo claro de ello sucede con la misma sociología, pues llama la atención el caso de la producción sociológica en Latinoamérica, la cual ha apuntado en tres importantes líneas, diferentes a las desarrolladas en los otros escenarios continentales: por un lado los sociólogos en esta parte del mundo se han interesado por abordar los procesos históricos de constitución de las sociedades latinoamericanas; otros han sumado esfuerzos para comprender los problemas sociológicos que competen al escenario socio espacial en el continente; finalmente unos más se han enfocado a tratar de identificar los debates que encierran las ciencias sociales, pero en especial lo que está en relación con la producción sociológica contemporánea.

Una forma particular de procedimiento: el método.

Pensar “Lo social por lo social”: El esfuerzo de Durkheim se caracterizó por brindarle a la sociología un estatus científico a través de un método empírico y marcar la frontera entre el campo sociológico y los demás campos del conocimiento como la psicología y la biología. Esta preocupación lo expresa detalladamente en Las reglas del método sociológico, donde la médula central de su pensamiento se basa en los hechos sociales , que significan la coerción sobre los individuos. Pero estos hechos sociales debían ser considerados como cosas sociales. Expresaba que “la causa determinante de un hecho social debe buscarse ente los hechos sociales antecedentes y no entre los estados de la conciencia individual” (2000:133). Esta es la máxima metodológica del pensamiento de Durkheim que invita a configurar un campo de conocimiento que distinto a otros, tiene la capacidad de dar razón de los hechos de la vida cotidiana.

Pareciera conveniente señalar también que la trascendencia de esta proposición “lo social se explica por lo social” tiene que ver con otros aspectos que N. Elías hace notar, cual es que lo social se encuentra dentro de un marco de sociedad (Elías, 1998:247) Lo que significa que un hecho social no se puede entender sin considerar el desarrollo global de la sociedad. Con Elías se reivindica la relación entre lo particular y lo global, con su ejemplo del desarrollo de los cambios de equilibrio de poder entre los sexos o también con el ejemplo que plantea sobre las relaciones padres e hijos a lo largo del proceso civilizatorio. Con estos ejemplos lo que se pretende es valorar las transformaciones que han tenido los hechos sociales desde el pasado, porque el desarrollo de la civilización ha presenciado diversas formas de relaciones entre los integrantes de la sociedad, donde se han construido estratificaciones sociales, equilibrios de poder, los controles sociales y las diferenciaciones de clase. Lo que hace Norbeth Elías es integrar la historia desde el proceso civilizatorio que desemboca permanentemente en diversas formas de vida social en tiempo y espacio. Por ello, en buena medida, en la producción de los hechos sociales no se ven las conciencias individuales, sino la del colectivo.

Pensar desde la sociología crítica: Ingresar en sociología implica entonces lograr formas de objetivación rompiendo con la sociología espontánea y las ideas de sentido común. Para ello, el uso de herramientas como la estadística y el uso del método comparativo para apartarse de explicaciones simples de especulación y para superar aun las simples relaciones de las causas y los efectos. Es común escuchar a los estudiantes universitarios de las ciencias sociales lanzar prejuicios, ideas y suposiciones. Los prejuicios entendidos como juicios emitidos por el investigador sin el suficiente conocimiento y comprobación del hecho en sí y de sus circunstancias. Pensar en sociólogo exige en tanto apartarse de todo lo especulativo de manera rigurosa. El buen trabajo en sociología siempre planteará las preguntas con la mayor precisión. Pero todo esto es posible bajo unas formas precisas de comprender el campo. Lo que en verdad exige la sociología a sus sociólogos es incursionar en una nueva actitud mental. “El hecho se conquista contra la ilusión del saber inmediato”, decía en una de las clases de Maestría Renán Silva. Pero además, es establecer fundamentos empíricos a partir de la observación de los hechos subordinando la especulación a la observación.

Pensar tomando distancia. Por ello debe hacerse una advertencia adicional para introducirse en lo que es pensar en sociólogo. Pierre Bourdieu señalaba que “Es cierto que, si hablamos de clase, es esencialmente gracias a Marx. Y se podría aun decir que, si hay alguna cosa como clases en la realidad, es... al efecto de la teoría ejercido por la obra de Marx. Siendo así, no diré por eso que la teoría de las clases de Marx me satisfaga. Si no, mi trabajo no tendría ningún sentido” (Bourdieu, 2000a:57) El peor error que podría cometer una sociólogo es dejarse descrestar bien de los clásicos o de cualquier otro sociólogo de moda de tal manera que le impida el desarrollo de su buen funcionamiento cerebral, a tal punto que las ideas de ese otro impidan la fluidez de las propias. Algo así sucede con el fanatismo extremista que idolatra tanto al otro (ídolo, al maestro, al guía, etc.) que impide ver sus vacíos, sus errores y sus limitaciones, o con el discurso radicalmente cientifista .

Pensar en sociólogo es colocar el juicio en suspenso. Es pensar en la posibilidad de enfrentar no sólo lo ya construido y ponerlo en juicio sino que además es posible construir allí, donde otros no pudieron. Aquí se tomará la idea de Max Weber que aconsejaría “con Marx y contra Marx”. Es decir, ver lo que otros no vieron y poner en juicio también cómo lo vieron y explicaron. Cuando no se logra establecer esto, los sociólogos acomodados dan por sentado y como verdadero lo que otros colegas en tiempos anteriores o presentes han expresado, a tal punto que eso que otros científicos expusieron pasa a ser parte del sentido común científico. Bourdieu (1995), nos advierte que aun en estas condiciones el sociólogo debe pensar en la necesidad de romper con ese sentido común no solo ordinario sino también el científico. Básicamente expresa que no basta con romper con el sentido común ordinario; pues en verdad se debe romper con los instrumentos de ruptura que anulan a la misma experiencia que les sirvió de fundamento. (Bourdieu, 2000:188) Por eso siempre recurrir al cómo es y cómo se presenta antes las condiciones actuales de vida. Esto es dejar las valoraciones de los hechos, las indignaciones y los prejuicios por fuera de la explicación sociológica.

Ingresar hacia una imaginación sociológica. Esto significa la necesidad de constituir una cualidad mental. Cualidad que sin duda no solo abre más el abanico de los intereses sociológicos sino que motiva a hacer del pensamiento sociológico una forma de artesanía intelectual . la imaginación sociológica tiene una función la cual es permitir a quien la apropie, “comprender el escenario histórico más amplio en cuanto a su significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de diversidad de individuos” (Mills, 1963:2) Esto no es más que ubicarse en contexto, en sociedad; en otras palabras, incorporar la imaginación sociológica como una cualidad mental que con el efectivo uso de la información y el desarrollo de la razón, permite tener lucidez de lo que acontece en el mundo y en el interior de sí mismo. Esta cualidad mental induce a comprender los escenarios históricos significativos para los individuos y la sociedad. De modo que captar la historia y la biografía, y la relación entre ambas dentro de la sociedad; es pasar de las transformaciones más impersonales hasta las más íntimas. Por consiguiente, la imaginación sociológica es en esencia, una forma fértil de esa conciencia de si mismo .

La sociología es también una forma de arte porque es un conocimiento tan elaborado como una pintura de un artista, pero también porque ella a través de su teoría y de su metodología expresa diversas manifestaciones de la realidad social. Aunque no solo expresa paisajes sociales de un lugar en un tiempo y espacio, la sociología también contribuye a la elaboración de los retratos de aquellos que los habitan (el burgués, el obrero, el agente del capitalismo, etc). Representa realidades a través e la descripción, reflexión y análisis. La sociología es un ejercicio de artesanía intelectual porque integra los hechos de la vida cotidiana con una forma específica de construir explicaciones a través del método. Por ello la observación en sociología si bien es una herramienta válida y necesaria, es un importante instrumento, aunque no sea el único. La artesanía intelectual hace referencia a la capacidad de integrar nuestra vida cotidiana y diaria con una forma propia de convertir la experiencia y todo lo que llega de ella en conocimiento: la construcción intelectual amarrada a la vida personal. De todo lo anterior, lo más significativo, y que de alguna manera encierra lo expuesto hasta el momento, es que la sociología es una forma de apropiación del mundo, como forma de construcción del conocimiento. Por ello, ingresar en sociología es una tarea compleja, de trabajo continuo y de un permanente auto-cuestionamiento.

Finalmente, pensar en sociólogo es pensar en términos relacionales. Esto es importante porque es necesario reconocer que todo proceso empírico en sociología debe tener una base teórica. Los fenómenos no son monocausales pues en verdad son el resultado de la confluencia de diversas circunstancias que se encuentran en un punto específico de la historia y del espacio. Esto es una superación que se logra con el sentido de explicación anterior al siglo XIX, cuando toda obra humana, bien la elección del príncipe o la explosión de un volcán tenían como única causa el designio de Dios. Pensar en las relaciones sociales, en la historicidad de los fenómenos y en lo social por lo social ayuda a romper con el esquema monocausal y se sobrepone sobre él, la idea relacional en la explicación de los fenómenos. Pensar en lo relacional es pensar en las comparaciones, en las diferencias, en las transformaciones, en las complementariedades, etc. Una comparación es en esencia una forma relacional de ver las cosas. En otras palabras, nunca un objeto debe definirse por sí mismo sino que debe definirse por el campo de relaciones del que forma parte. El suicidio no se da solo por el estado de ánimo de las personas, tal como lo demostró Durkheim. Sobre él recae una serie de aspectos que inciden sobre el suicida y que relacionados conllevan a realizar el acto. Esto debe ser captado por el sociólogo a la hora de abordarlo como objeto de investigación.

Hasta aquí y en términos generales, se puede decir que la sociología fue el producto de fuerzas sociales e intelectuales que confluyeron en un momento histórico de la humanidad como lo fue el siglo XIX. Pero también vimos que esta disciplina además de consolidarse como un nuevo campo de conocimiento, sus fundadores le proporcionaron una identidad a partir de la constitución de su objeto de estudio, del modo de considerar el objeto y de un método como mecanismos para garantizarle su forma particular de explicación de los fenómenos expuestos en la sociedad. Si bien, la sociología es considerada como una forma de desilusión, esa desilusión jugó un papel preponderante para hacer de ella un privilegio.

3. Una profesión cotidiana: un privilegio
Incursionar en sociología es una forma de vida que se incorpora y se apropia, brindándole a quien entra en su forma especial de pensar, un enfoque que le permite ser analítico y crítico. Es en verdad un privilegio que lo acerca a las situaciones de su entorno haciéndole más sensible y a la vez más argumentativo y racional. Cuando se incorpora y se apropia, el pensar en sociólogo se constituye entonces en una herramienta de hábito cotidiano. Esta herramienta es lo que en últimas permite convertir los problemas abstractos mezclados con las complejidades y el sentido común de la vida cotidiana en reflexiones teóricas y operaciones empíricas.

Se puede señalar también que pensar en sociólogo es introducirse a un campo de producción conceptual y de cierta forma de acción que constituyen una práctica y una forma de saber o de pensar sus problemas y que no está unificada ni es homogénea, pero que se caracteriza por:

• Comprender los fenómenos que estudia como de procesos que tienen una historia.
• Privilegiar lo empírico como vía de ingreso a lo social y a la reflexión, pero entendiendo que el objeto se construye desde un saber previo.
• Entender en perspectiva y por lo tanto reconocer los propios prejuicios y valores para tomar distancia de ellos. Pero a la vez ser claros que hay una postura ético y política que no obnubila la mirada, sino que la permite.
• Preguntarse por la acción y las relaciones sociales, no por los individuos concretos sino insertos en procesos que dan sentido a sus acciones que en todo sentido y significado son sociales.

Un oficio que exige de una actitud mental, que al igual que la imaginación, haga del trabajo sociológico una labor reflexiva, ubicada en contexto y racional. Por ello, y con toda razón, se les recuerda a los estudiosos de las Ciencias Sociales que “Todo sociólogo debe ahogar en sí mismo el profeta social que el público le pide encarnar.” (Bourdieu, Chamberon y Passeron, 1975) y adicional a esto, la labor va más allá pues, es el sociólogo quien bajo un esquema mental práctico debe hacer, como lo dice Bourdieu, de los problemas abstractos operaciones científicas prácticas” (Bourdieu, 1995:163) Ingresar a pensar en sociólogo es un privilegio al que se accede, que se construye y que requiere de una forma de educación. Por lo que nuestro campo, es decir la sociología, es imprescindible para disfrutar de una vida humana, inteligente e informada.

Bibliografía

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• BOURDIEU, Pierre (2000ª). Cosas dichas. Editorial Gedisa. España.
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• GUIDDENS, Anthony (1987) Las nuevas reglas del método sociológico. Crítica positiva de las sociologías interpretativas. Amorrortu editores, Argentina.
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