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lunes, 23 de mayo de 2011

DESNATURALIZAR LA CORRUPCION, TAREA URGENTE EN COLOMBIA

Desnaturalizar la corrupción, tarea urgente en Colombia

Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología

No hay nada más peligroso para el ciudadano y para el sistema democrático, que sea el mismo ciudadano el encargado de aceptar, tolerar y, de algún modo, legitimar las acciones corruptas de agentes públicos y privados.

Es común escuchar al propio ciudadano(a) expresar ideas como: “No importa que robe un poco con tal que haga algo por el país”; o por ejemplo, expresiones como: “Votemos por este porque es menos ladrón que los otros candidatos”.

La corrupción, como práctica en las estructuras y organizaciones burocráticas de los escenarios públicos y privados, no se produce como proceso natural que se puede heredar a través de genes, sino que es una práctica aprendida, como una construcción social entre la clase política y económica que detenta o pretende detentar el poder y que la transmite como enseñanza a sus hijos y allegados, que en el futuro, serán políticos o destacados fieles y colaboradores.

La corrupción, por tanto, no es una cuestión esencialista (biológica) de la condición humana, sino un proceso que está ligado a la necesidad de quienes la ejercen para acceder a bienes económicos y materiales para su propio beneficio o el de su grupo más fiel. La corrupción, como práctica política, es un problema para la distribución de la justicia y la recomposición del tejido social humano.

Justificaciones como las que expresan los ciudadanos no sólo legitiman la existencia de la corrupción, sino que es una trampa para el necesario juicio político, moral y judicial hacia los agentes del Estado o del sector privado. En nuestros días observamos cómo las instituciones del Estado vienen desangrándose a montón por las redes de grupos especializados en desfalcar estas organizaciones. Grupos que se enmascaran en la dinámica del mercado que más que empresas son organizaciones de criminales.

La sociedad civil debe despertar de su adormecimiento y debe empezar cumplir un papel más destacado y preponderante en la demanda, la exigencia y el juicio (que a todos los niveles desde el moral hasta jurídico) debe hacerse a las instituciones del Estado y sus agentes para la actuación pulcra y transparente.

Participar en procesos de educación, en cultura política y participativa del ciudadano, es clave para que empiece la transformación de sus percepciones frente a la aceptación y la tolerancia de la corrupción.

Que sean las organizaciones de la sociedad civil las primeras en exigir a los agentes de los tres poderes (Ejecutivo, legislativa y judicial) para que se responsabilicen de estos derramamientos de capitales públicos, de las muertes, torturas y desapariciones que producen las prácticas corruptas y deshonestas.

La sociedad civil debe comprender que la corrupción no es un fenómeno interno colombiano, sino que se integra a las redes de la dinámica de la economía-mundo capitalista, que es el principal motor que condiciona la sociedad, el Estado y, por supuesto, el Mercado. Exigir al propio gobierno y sus instituciones el rendimiento de cuentas por sus acciones y a los partidos políticos controles radicales con los corruptos, proporciona juicios políticos, éticos y jurídicos claves para la democracia.

Desnaturalizar la corrupción como tarea compleja, peligrosa y difícil, debe iniciar por la construcción de unas renovadas generaciones sentadas sobre las bases del respeto a la vida, a la integridad de las personas, a las diferencias, así como el trabajo colaborativo, la transparencia y valores solidarios. Tarea que compromete a la familia, la educación, la religión, los medios de comunicación y a la universidad, todos ellos con necesidad de reestructurarse de tal modo, que exista coherencia entre los discursos pulcritud y sus acciones pulcras.

A propósito de ello, el profesor Francisco Leal Buitrago escribía hace once años atrás que, “sin una sociedad civil fuerte, que pueda manifestarse de manera pública y organizada, no es factible darle al Estado la fortaleza que requiere, ni pretender que prospere experimento alguno que pretenda desarrollar nuestra incipiente y cuestionada democracia”

Dar al traste con la corrupción como práctica naturalizada debe ser tarea de muchos.

Hernando Uribe Castro
Mayo 22 de 2011