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miércoles, 4 de mayo de 2011

POR UNA SOCIOLOGÍA DEL CUERPO

Por una sociología del cuerpo.

Por: Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología

¿Qué relación puede haber entre dos hechos sustanciales de las últimas épocas: la muerte de Osama Bin Laden y la Beatificación de Juan Pablo II? El cuerpo como objeto central de masificación, de discusión, de controversia/divergencia y punto central de atención. El cuerpo como objeto social. Por tanto el cuerpo no ha sido sólo objeto de estudio de la biología y las ciencias naturales sino también de las ciencias sociales (Marcel Mauss, Norbert Elias, George Simmel, Michael Foucault, entre otros más).

Anthony Giddens dice que el aporte de la sociología del cuerpo ha sido comprender que éste no es un mero ente biológico, sino que está afectado por las influencias sociales como experiencias, contexto de vida, normas, valores que experimenta un ser humano en el ciclo de su vida. Cada contexto de sociedad hace con los cuerpos lo que necesita de ellos, así los construye, los domina, los disciplina y los coordina. Inculca una técnica corporal, que se expresa en el uso social que se hace de él.

Cada época histórica constituyó una forma particular de relacionarse con el cuerpo humano, desde los embalsamados de los antiguos egipcios, hasta los cuerpos puesto a disposición de leones, o aquellos quemados en las hogueras por suposiciones de brujería durante el periodo medieval; los cuerpos como parte de los engranajes de las máquinas durante la revolución industrial y los cuerpos difusos del hoy que responden al poder de la imagen.

El de hoy es un cuerpo que se ha puesto más de parte del entorno técnico informacional que del entorno natural tal como lo experimentaron los primeros seres humanos en tiempos antiguos. El cuerpo así es historia.

Al estar cargado de estos elementos sociales y culturales, se convierte además de algo físico y social, en un instrumento simbólico. La dualidad vida y muerte se expresa en el estado del cuerpo. Cuerpos terrenales y celestiales. Cuerpos del pecado y de la santidad. La beatificación de Juan Pablo segundo debía hacerse con su despojo mortal presente, el cual guardado en su sepulcro se mantiene todavía intacto. Fue motivo de ritos, magia y ceremonias religiosas.

El cuerpo es político porque sobre él recae el poder o el castigo, la felicidad o el dolor, la voluntad y la norma. Como elemento político es objeto de discusión, y para ello, sólo basta observar los debates adelantados por algunas tendencias feministas, como las apuestas radicales, que discuten actualmente la liberación del cuerpo femenino del patriarcado que incide en la apropiación del cuerpo y la sexualidad de la mujer, porque el hombre controla el papel de la mujer en la reproducción y la crianza de los hijos, hechos ligados a la producción de este cuerpo doméstico.

El castigo del cuerpo político recae sobre el papel que le inyecta el dolor o la muerte; la desaparición forzada del cuerpo es la desaparición de lo que ese cuerpo en carne significaba. Terminar con el obstáculo.

Hoy, en buena medida la intervención de los medios de comunicación y los intereses del mercado han logrado disponer para cada centímetro del cuerpo y para cada edad, un producto, algo así, como una resignificación del cuerpo como objeto de consumo. Desde la producción, comercialización y distribución de productos de la gran empresa farmacéutica global que ve en los cuerpos importante ganancias -sobre todo cuando estos están aquejados por múltiples males-, hasta las modas, los alimentos que se consumen y los productos para belleza y estética. Procesos que han sido masificados a través de los medios de comunicación y el papel de diseñadores y publicistas.

Pero además, cuando el cuerpo no es cualquier cuerpo, éste adquiere una dimensión importante. Sólo basta observar la discusión relacionada con el trato al despojo mortal de Osama Bin Laden y lo que ello significó para la tradición musulmana, la estabilidad política y la incertidumbre mundial ante acciones y reacciones.

Discusiones estas, guardando las proporciones claro está, que en Colombia se adelantaron y que fueron también objeto de debate con casos como el de Marulanda Vélez. ¿Y dónde está el cuerpo? Se preguntaba el gobierno y la agencias de inteligencia de turno.

El cuerpo por tanto es multidimensional, porque a su vez es objeto de consumo, de discusión política, de práctica y uso social, de ideología, de investigación, de sometimiento, de tortura y de felicidad. Así, una lectura atenta del cuerpo puede mostrar las importantes transformaciones de la sociedad.

Hace unos días, mientras el Vaticano mostraba al mundo nuevamente el cuerpo como despojo mortal y bien conservado de Juan Pablo Segundo II para su beatificación ante millones de seres humanos por todos los medios de comunicación y afirmar su poder de convocatoria de los fieles, Estados Unidos se desasía del cuerpo de Osama Bin Laden en un lugar secreto del inmenso océano para que nadie ni nada lo reclamara y le rindiera homenajes, ritos y ceremonias.

En nuestra sociedad, el cuerpo que dimensiona lo histórico-social, lo contextual, lo físico, simbólico, cultural político y económico si importa e importa mucho.