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martes, 13 de septiembre de 2011

LA SOCIOLOGÍA NO ES PARA PROFETIZAR, PERO SI PARA NEUTRALIZAR Y DEVELAR


La sociología no es para profetizar, pero sí para neutralizar y develar.

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología


En las entrevistas que regularmente se hacen a sociólogos (as), aparecen preguntas que conllevan a respuestas donde éstos deben encarnar el oficio del profeta. Una petición al modo de los profetas bíblicos como Natan o Daniel, para que cuenten sobre el cómo será el curso de los hechos.

Una muestra de ello es la reciente entrevista (10 de septiembre) que el director de un medio de noticias en Colombia para América Latina le hacía a Ronen Shamir. El entrevistador pretendía que el sociólogo israelí encarnara el profeta y declarara el curso de los hechos en esta parte del mundo. Justamente analizaba este experto el tema de las protestas sociales en Tel Aviv y las implicaciones que tenía para estos hechos para ésta parte del mundo, pero era notorio el afán de Director del medio para que Shamir le explicará ¿qué va a pasar en medio oriente?.

Ronen Shamir en varias ocasiones se vio en la necesidad de aclarar a su entrevistador: “mire, no puedo profetizar!”. Las circunstancias y los hechos sociales pueden ser tan variables que es imposible determinar el curso de la historia.

Ya lo había expresado la sociología, y más recientemente lo había recordado Pierre Bourdieu “el sociólogo debe evitar el profeta que el público le pide encarnar”. Sociológicamente el profeta se puede definir como aquel individuo que habla por inspiración de otro, un superior, Dios. Un adivino que puede ver los acontecimientos del pasado, presente y futuro, y que en esa medida puede predecir acontecimientos. Por supuesto, que los sociólogos(as) no tienen esta virtud divina.

Pero ¿a qué se debe esta impresión que tienen otros del oficio del sociólogo?

Podría pensarse que posiblemente porque el imaginario que se tiene frente al papel del sociólogo es que sabe mucho de la sociedad. Que el sociólogo puede comprender las complejidades del mundo social.

Pero pocas veces, los periodistas comprenden o intentan conocer que precisamente la  sociología puede desencantar del mundo. Es una ciencia que tiene la capacidad de lograr develar cosas ocultas, descubrir verdades donde todo es opaco (como polarizado). Sus hallazgos pueden llegar a espantar a los políticos y atraer a grupos de población que buscan siempre explicaciones a los fenómenos sociales que tratan de explicar sus problemas.

Los dispositivos que los sociólogos(as) incorporan en su proceso de formación son muy potentes y poderosos, porque con ellos se logra una comprensión más viva del mundo, despojando a ese mundo de todos aquellos elementos que encubren las verdaderas verdades. Por ello, en una sociedad cargada de múltiples intereses, la sociología se convierte en un campo que molesta, que es poco comprendido y, en algunos casos, estigmatizado. La sociología desenmascara, por ejemplo las democracias antidemocráticas y los instrumentos que legitiman ese tipo de democracia. También puede develar cómo los campos de conocimiento hoy en día se corresponden con las exigencias de un modelo económico capitalista que privilegia el formato de reducción como mano de obra para la reproducción del sistema de los que se benefician grupos poderosos globales que usan la educación, el conocimiento y la ciencia a su antojo. Exigen qué enseñar, cómo y dónde hacerlo.

Llama la atención que los sociólogos, así como politólogos y otros profesionales, son objeto de búsqueda en los momentos en que los medios necesitan darle sustento intelectual o científico para la explicación de los hechos o acontecimientos sobre los que pretenden llamar la atención.

Ronen Shamir, por ejemplo explicaba que en Israel, se vive un proceso de democratización antidemocrático porque sus impactos generan desigualdades sociales tremendas en las jerarquías sociales, pero que además promovía el conflicto interétnico e ideológico de los pueblos que comparten estos territorios. Por su puesto, que detrás de estos procesos de falta democratización, se encuentran los dominadores y encantadores del mundo.

Estos elementos eran los centrales en la entrevista y sobre los que, muy seguramente, se debió profundar más. Shamir es un hombre intelectual de carne y hueso, un sociólogo y no un profeta de la tierra prometida.

13 de septiembre de 2011