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viernes, 25 de enero de 2013

¿RENTABILIDAD ECONÓMICA O CULTURA CIUDADANA EN CALI?


¿RENTABILIDAD ECONÓMICA O CULTURA CIUDADANA EN CALI?

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología

En Cali se viene aplicando un conjunto de normas y controles en términos de movilidad urbana, del espacio vehicular y público, las cuales han propiciado una agitada polémica en la comunidad: fotomultas, retenes, controles policiales, agentes de tránsito tomando fotos y cámaras vigilantes en toda esquina de barrio. A ello se ha sumado algunas campañas televisivas que como la del “Vivo bobo” que se destacó años atrás, demuestra que mientras en los años ochenta su mensaje se dirigía a avivar el sentido cívico y ciudadano, ahora, se dirige de modo específico a la población de conductores y al tema del castigo por infracciones de tránsito.

Y es que una simple operación matemática demuestra que el aumento de los controles y castigos por infracciones es más rentable que las campañas serias y encaminadas a fortalecer la cultura y convivencia ciudadana. Según la oficina de Tránsito, en un solo día se pueden lograr 400 sanciones a conductores. Además de eso, el número de vehículos privados que llegan a las calles cada año aumenta en 200 autos y el número aproximado de personas que se movilizan en moto asciende a casi 350.000. Esto, por supuesto, debe abrir los ojos de quienes administran los recursos que derivan de tales infracciones, pero también, muy seguramente  de  inversionistas privados que están pensando en acceder a lotes en áreas centrales del centro histórico de la ciudad para convertirlas en áreas de parqueo, tal como fueron anunciadas por la Alcaldía: ocho plazoletas y áreas públicas, para que inversionistas construyan y operen cerca de 2.496 plazas en el centro y sur de la ciudad.

Las cámaras de vigilancia que atrapan a infractores, operan como el látigo de la sanción económica, con escaso acompañamiento educativo y/o programa de formación cultural en valores, normas y respeto por la vida personal y la de los otros. La cuestión es que los vacíos en términos de formación en valores y prácticas culturales urbanas no se resuelven con sanciones económicas. Además, la mayoría de las calles de Cali continúan estando en pésimas condiciones, generando accidentes, de forma que la ciudadanía no ve invertidos los recursos captados por infracciones, en el mejoramiento vial.

Diferente sería una propuesta que no privilegie la sanción económica, sino otra forma de compensación que debe hacer el infractor por no acatar las normas, el cual podría ser el trabajo en labores comunitarias. Este trabajo comunitario puede reflejarse más directamente en un cambio cultural, que los dineros recogidos, los que por lo regular, nunca se ven claramente revertidos en la ciudad o si se hace, terminan regularmente como las obras mal construidas como el puente de la 16 con 80. Campañas educativas con niños y adolescentes que integren una perspectiva amplia de cultura y convivencia ciudadana y, por supuesto, en el significativo mejoramiento de la malla vial urbana.

Como lo expresaba hace algunos meses, "una propuesta de este tipo puede ayudar a neutralizar el afán de lucro económico, a fin de que se diseñen políticas públicas que propendan por una ciudadanía más responsable y comprometida con la ciudad. La sanción y el castigo, así sea económico, no debe ser la única fuente de control que se debe imponer; la cultura ciudadana, el respeto por sí mismo y por el otro, se construyen desde los cimientos de la educación y la cultura." 

Estado local, débil y precario, que apela a la sanción para ocultar sus falencias y la equivocada dirección de una élite dañina, perversa, que usa de tiempo atrás la ley para su beneficio

huribe@uao.edu.co