Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología
Las ciudades colombianas se han convertido en escenarios que
materializan las diferentes estrategias de sus pobladores para enfrentar los
múltiples sentimientos de miedo que se producen al vivir en estos contextos de
sociedad: estrategias que van desde los diseños de viviendas, urbanísticos,
industriales y comerciales, hasta los diferentes mecanismos de control sobre
los mismos espacios y escenarios públicos. Estas expresiones se pueden
comprender como formas de resistencia para aminorar, manejar, mitigar y disminuir
el miedo urbano.
Hoy en día, los sistemas modernos de seguridad y vigilancia se
encuentran en las grandes organizaciones así como también se pueden apreciar en
algunos barrios, conjuntos cerrados o sectores populares. Las rejas y las cámaras de seguridad
instaladas en muros, postes de alumbrado, puertas, ventanas, terrazas,
ascensores, balcones y gradas, con sistemas de alto voltaje, son herramientas
que se utilizan para enfrentar y apaciguar el miedo.
En calles, plazas y parques existen algunos anuncios hechos por
las autoridades o por la misma comunidad con contenidos preventivos y/o amenazantes
para que la población se abstenga de cometer actos delictivos.
Foto. Anuncio sobre la Avenida 6ª en Cali.
Foto: Hernando Uribe Castro, 2012.
En
esta sociedad de control cada individuo es sospechoso(a). A espaldas de cada
ciudadana(os) existen mecanismos de vigilancia que no pierden detalle alguno de
los movimientos. Los espacios públicos y privados (como en centros comerciales,
teatros, museos, galerías, supermercados, estadios, gimnasios) son vigilados
las 24 horas del día, donde se disponen carteles que expresan con cierto
eufemismo: siéntase tranquilo, este lugar
está siendo monitoreado.
La
ciudad y sus autoridades se esmeran por demostrar que se trabaja por la
seguridad de los habitantes, de los turistas y de las instituciones públicas y
privadas. Para ello incrementan de manera permanente el número de policías y
sistemas de alta tecnología en seguridad, y todo tipo de equipamiento
relacionado con ello. Esto hechos generan importantes inversiones y ganancias
para las industrias del control del miedo. Así se tienen espacios vigilantes y
vigilados, que controlan y son controlados.
En la
ciudad marca, el miedo es un importante aliado para la reproducción de los
excedentes de capital, en tanto obliga a realizar grandes inversiones para
aminorarlo e imponer el sentido de seguridad. Así como también se ha
incorporado como un aspecto más de la configuración del espacio público y sus
lugares, y como mecanismo de control de la vida pública y democrática.
Detrás
de los discursos políticos parece potenciarse la idea de la necesidad de
deslizar el ciudadano del espacio público -es decir del espacio del encuentro-,
hacia los lugares del consumo, el que dice dar seguridad, tranquilidad,
comodidad y gusto, aquel espacio, el privado, el del centro comercial. Se
asiste, entonces, a la reproducción socioespacial del miedo como mecanismo de
control social del comportamiento urbano, así como también de reproducción de
excedentes de capital.
[1] Artículo publicado en el
Boletín Ethos Regional del Centro Interdisciplinario de Estudios de la Región Pacífico
Colombiana, CIER, número 5, octubre – diciembre de 2012.