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miércoles, 25 de marzo de 2015

DOS MITOS DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

Dos mitos de la sociedad de la información

Por
Hernando Uribe Castro[1]

La presente reseña hace referencia al documento elaborado por el profesor Oscar Carpintero titulado “Pautas de consumo, desmaterialización y nueva economía: entre la realidad y el deseo”

El texto trata de confrontar el discurso, según el cual, la sociedad posindustrial (centrada en las actividades de la tercerización de las economías como por ejemplo, la sociedad de la información y la tecnificación) no tiene severos impactos sobre el ambiente.

Para Carpintero, el capitalismo actual (a pesar de esta tercerización) ha seguido expandiendo la producción de bienes y servicios a  costa de recursos naturales tanto en términos absolutos como relativos. Desmonta así la idea que supone que una sustitución de materias primas de tipo tradicional por nuevas materias (sustancias) menos intensivas en cuanto al uso de energía y materiales pueden conllevar al desarrollo sostenible y a la desmaterialización. (Carpintero, 2003).

Los datos y el análisis al ciclo de vida, según Carpintero, demuestran que en esta sociedad de la información se ha dado un incremento de la intensidad energética y material utilizada para la producción de todo el equipamiento tecnológico como ordenadores, celulares, entre otros productos que la dinamizan y que se pueden ver tanto en los hogares como en las grandes corporaciones y en la sociedad global en general.

No se debe perder de pista, que si bien, existen unos impactos de estos productos per cápita, existen unos valores absolutos de estos impactos que son demasiado importantes y peligrosos de modo masivo y global.  

Oscar Carpintero va a confrontar dos mitos:

·         El mito de que el desarrollo económico inmerso en el capitalismo logre efectivamente ser un desarrollo sostenible.

·         El mito de que la sociedad de la información es altamente coherente con el desarrollo sostenible debido al proceso de desmaterialización, debido  a que se requiere poca presión y uso sobre los recursos de la naturaleza. 

a. El mito 1. El desarrollo sostenible

Con respecto al primero mito, Carpintero, considera que es casi imposible establecer que se logre un verdadero desarrollo sostenible cuando, esta idea de desarrollo sostenible nació como una propuesta del enfoque económico convencional.

Según el enfoque económico convencional tres serían los elementos relacionados que beneficiarían el desarrollo sostenible: a) un proceso de tercerización de las economías en donde el sector servicios alcanzaba un 60% del PIB, lo que supondría, una disminución en la demanda de extracción de recursos minerales y de energía lo que equivaldría menor presión sobre el ambiente; b) una sustitución de las materias primas en las sociedades industriales por otras materias resultado del proceso del desarrollo de la ciencia y la tecnología que se encargarían de producir nuevos productos sintéticos que los reemplazarían; c) y al hacer uso de menos materias primas de la naturaleza, entonces supondría una reducción en la emisión de residuos y contaminantes.

Para Carpintero, estos tres postulados no se plantearon con ingenuidad, muchos de ellos sustentados con datos en diferentes estudios en todo el mundo, pero sobre todo con datos de los países ricos, consideras como las principales economías sostenibles. El problema es que estos postulados implicaban un análisis más profundo con respecto a las implicaciones que tendría estos postulados sobre los países considerados de economías pobres.

Para Carpintero, los impactos de estos tres postulados tenían efectos diferentes para unos y otros países. Por ejemplo, consideraba que “mientras los países ricos presentaban problemas con la depreciación de su capital manufacturado debido a su grado de industrialización, en el caso de los países pobres el escollo procedía de la creciente extracción de recursos naturales que merman su capital natural” (4). Los graves efectos ambientales serían trasladados a los países pobres, demostrado con los impactos sobre la huella ecológica.

Una segunda crítica que hace Carpintero a estos postulados donde se establece que el sector servicios produce menos impactos ambientales, plantea que sectores de servicios como los transporte requieren de importante cantidad de materias para su funcionamiento, o como el turístico.

Finalmente una tercera crítica relacionada con la sustitución de materias naturales por materias sintéticas, queda demostrado que no solo se hace un uso intenso de estos materiales sintéticos por el aumento de la población y el consumo, sino también por los requerimientos de energía y materiales para la producción de algunos productos industriales nuevos como la fibra de carbono, el poliuretano y el aluminio, todos ellos, resultados de la extracción de recursos de la naturaleza, como por ejemplo la fibra de vidrío que comienza con la extracción de productos de cantera y minerales no metálicos como sulfatos, piedra caliza, arenas y gravas.

Y si esto sucede con los requerimientos de energía y materiales, también habría que hacerse con los requerimientos de agua para la fabricación de estos nuevos elementos. Por ejemplo, la fibra de carbono requiere de 2.411 toneladas de agua por producto, 758 para aluminio.

Todo esto demuestra que el desarrollo sostenible no es tan sostenible cuando se sigue pensando desde la perspectiva de la economía convencional.

b. Mito 2. La sociedad de la información y la desmaterialización

Con respecto al segundo, íntimamente ligado con el anterior, Oscar Carpintero parte su análisis demostrando la contradicción discursiva promulgada por los gobiernos entre el desarrollo sostenible (entendida como la protección del medio ambiente y la menor presión sobre sus recursos naturales) y la necesidad de ir en camino a la sociedad de la información, del progreso tecnológico caracterizada por el avance de la tercerización de sus sociedades.

Para Carpintero se ha establecido una discurso engañoso, a veces transformado en mito, según el cual, en la nueva sociedad, es decir la sociedad de la información, se va encamino hacia una sociedad de la desmaterialización debido a que en la sociedad de la información se hace menor uso de los recursos de la naturaleza. Y que por tanto, en esta sociedad, donde se privilegian las actividades económicas centradas en los servicios, la presión sobre el medio ambiente tendrá menos costes ambientales.

Carpintero desmonta el mito mostrando los niveles de consumo de energía primaria  en tasas de aumentos del 4,5%. Pone como ejemplo España en donde un habitante consumía en 1995, 2,57 tep y en el año 2000 había aumentado a 3,12 tep. Lo que la desmateralización energética no se habría dado, sino que por el contrario el consumo energético había incrementado en un 21%.

Buena parte de la explicación de esta dinámica se encuentra en el metabolismo de hogares, las empresas y las administraciones públicas. Esto pone en contacto dos elementos que casi no se pusieron en relación como lo es la producción y las pautas de consumo. Es claro que en las sociedades tercerizadas, el aumento de energía en los hogares aumenta como claramente Carpintero lo observó en países como Luxemburgo, Suecia, Irlanda, Bélgica y Finlandia.

La alimentación de una población en crecimiento también genera importantes impactos en la huella ecológica territorial. Por ejemplo, el consumo de carne. Entre 1955 y 1995 se dio un incremento de este producto a pasar de un 20% al 50%, teniendo en cuenta que hoy los hogares cuentan con importantes artefactos tecnológicos en la cocina y producción de comida industrial. Incluso en sociedades con escaso crecimiento económico la tendencia al aumento de la huella de la alimentación va en ascenso como cita Carpintero para el caso de la Gran Bretaña.

Para Carpintero, incluso se ha planteado el tema de la inmaterialización de la economía donde el mejor ejemplo está en las nuevas tecnologías, o, como por ejemplo, para el sector empresarial, las llamadas oficinas sin papeles, donde se pensó habría menos consumo de material y energía. La cuestión central no está en el consumo que se hace de estas nuevas tecnologías (ordenadores, celulares, Tablet) en la idea de disminuir los impactos sobre la naturaleza, sino que el mismo proceso de producción de estas tecnologías en una sociedad de consumo, parece tener grandes efectos, que incluso se van a expresar en la disposición final o de residuos. Sobre todo, porque son equipos y tecnologías que requieren de grandes cantidades de combustibles fósiles y minerales.

Los autos, la telefonía, el tvcable, los semiconductores, los ordenadores, son todos productos y artefactos con altos niveles de producción de materias primas minerales. Según lo expresa Carpintero, “Dado que los requerimientos energéticos son considerables, conviene recordar que sólo el monitor de un ordenador de mesa convencional supone la emisión de casi 700 kg de CO2 a la atmósfera, cifra que si la ponemos en relación con el valor añadido generado por la producción de un ordenador completo, se acerca a la mitad del impacto ambiental sobre el cambio climático que ejerce la fabricación de un automóvil.” (24).


Reflexión final

Una vez planteado lo anterior, deseo expresar que estoy de acuerdo con Carpintero en el sentido de que, existen discursos que se hacen pasar por ambientales cuando se presentan que por unidad o por uso per cápita (personal) se tiene poco impacto ambiental.

La dimensionalidad del asunto por tanto se encuentra tanto en el consumo per cápita de productos sino también en las cantidades absolutas que representa determinado bien o producto en términos de su consumo, porque es en lo absoluto donde se pueden observar los verdaderos efectos y presión sobre la naturaleza. Dicho de otro modo, la masificación del producto para su consumo.

José Bellever Soroa en un bello texto titulado “Lo pequeño no es tan hermoso: los costes ambientales del consumismo de aparatos electrónicos”  y publicado hace un par de años cita los siguientes datos:


Como se puede observar, es sustancial el incremento mundial en millones de unidades del consumo de aquellos productos que aparentan no tener impactos ambientales. Por ejemplo, la venta de ordenadores pasó de 308,3 en 2009 a 315,2 millones de unidades en 2013. Las tabletas (Tablets) que son una producto reciente en el mercado global pasó de 19,5 en 2010 pasó a 197,2 millones de unidades en 2013. Televisores de igual modo, pero es sorprendente los valores de teléfonos móviles que en 2009 se vendieron 1211,2 millones de unidades y en 2013 la cifra habías ascendido a 1875,8 millones de unidades.

En este caso, no es solo el producto físico, es decir, por ejemplo el teléfono móvil, sino que implica toda la plataforma (desde el cargador de celular hasta el satélite que gira sobre la Tierra) que se requiere para su uso, incluyendo, el flujo de energía que transporta la información (mensajes orales, escritos, imágenes) así como la energía almacenada (batería) para que pueda funcionar. Algunos datos para el 2009 aportados por Fundación Terra[2] de la huella ecológica de un teléfono móvil reciente serían:

·         La duración de uso de los terminales móviles no supera los 2 años
·         creciente miniaturización de los chips: si para un gramo de microchip se precisaban en el 2005 unos 34 kg de materiales diversos (la mitad de agua), hoy las nuevas prestaciones están exigiendo por gramo de microchip hasta 50 kg.
·         En 2009 se registraron 702.700 toneladas de residuos RAEE, más del 50% correspondiente a electrodomésticos, pero casi el 23% de aparatos informáticos y microelectrónica.
·         España sólo alcanzó una ratio de recogida de RAEE de 3,54 kg/habitante/año en proporción a su cuota de mercado (un 14% del total nacional).
·         En el año 2009 el volumen de RAEE por cada español era de 14,4 kg anuales.
·         El número total de líneas vinculadas a internet móvil alcanzó en 2009 las 21,5 líneas por cada 100 habitantes: líneas de banda ancha por redes fijas y móviles, el 16,7% de este total fueron de redes 3G/UMTS (para la telefonía móvil).
·         La telefonía móvil alcanzó en 2009 las 122 líneas por cada 100 habitantes. Se calcula que los terminales operativos son más de 50 millones de aparatos y las ventas anuales de nuevos terminales oscila entre 20 y 25 millones de unidades sólo en España.

Creo que al leer a Carpintero se pierde ese estado de inocencia en el que se nos había hecho caer al presentarnos las nuevas tecnologías y el sector de los servicios como sectores de bajo impacto ambiental, cuando lo que se demuestra es que en términos absolutos los efectos sobre el medio ambiente son desastrosos. Esto pone entre dicho el discurso de la desmaterialización de la economía que promueven algunos gobiernos sin establecer con claridad quiénes y en dónde están los que pagan por los efectos de esta desmaterialización, como efectivamente sucedió con los países ricos donde el pago ambiental lo dieron los países de economías pobreS.

Esto nos conduce a otro cuestionamiento altamente preocupante como lo es el comportamiento humano en una sociedad de alto nivel de consumo de productos que no son considerados básicos sino que satisfacen unas necesidades banales de lujo, imagen y estatus social. La sociedad del lujo, como lo expresaría Lipovetski, y/o la sociedad de la modernidad líquida, como lo expresaría Bauman, no solo tienen efectos para la banalidad del ser humano, sino que expresan, además, un entendimiento demasiado pobre de lo que significa este estilo de vida para la naturaleza.


Bibliografía

Bauman, Zygmunt. (2002). Modernidad Líquida. México: Fondo de Cultura Económica.

Bellver Soroa, José. Lo pequeño no es tan hermoso: los costes ambientales del consumismo de aparatos electrónicos. En, Boletinecos, Fuhen ecosocial, No. 25, diciembre 2013-febrero 2014.

Carpintero, Oscar. Pautas de consumo, desmaterialización y nueva economía: entre la realidad y el deseo. En, Joaquim Sempere (ed.), Necesidades, consumo y sostenibilidad, CCCB/BaKeaz, Barcelona, 2003.

Lipovetsky, Gilles; Roux, Elyette. (2004). El lujo eterno: de la era de lo sagrado al tiempo de las marcas. Barcelona: Anagrama.






[1] Magíster en Sociología, profesor del Departamento de Ciencias Sociales y director del grupo de Investigación en Conflictos y Organizaciones de la Universidad Autónoma de Occidente. huribe@uao.edu.co
[2] Impacto ambiental de móviles y microelectrónica. http://www.terra.org/categorias/articulos/impacto-ambiental-de-moviles-y-microelectronica