Conflictos
Ambientales en Cali, Colombia
Por:
Hernando
Uribe Castro
Doctor
en Ciencias Ambientales y Magíster en Sociología
Los conflictos ambientales aparecen en la escena (urbana o rural), cuando una serie de acontecimientos es definida por un
conjunto de actores sociales como problemas
ambientales. En los conflictos ambientales, los actores sociales que
participan en la contienda poseen distintas formas de percibir, de entender y de actuar frente
a la naturaleza y sus bienes: el agua, la tierra, el aire y la biodiversidad.
No es que hoy aparezcan como por arte de magia los conflictos
ambientales. Este tipo de conflicto ha estado presente desde tiempo
atrás. Lo que sucede es que, anteriormente, no se entendían como tales, es decir, como ambientales. Es en el
siglo XX, el momento histórico en donde lo ambiental cobró una importancia central en la vida del
planeta y de sus habitantes, precisamente, cuando desde algunos sectores de la
ciencia, de las comunidades y desde los pueblos
ancestrales se hizo llamados urgentes, gritos de tierra, por la destrucción que producía un modelo de desarrollo económico concentrado en la acumulación de capital y las leyes del mercado en los territorios y en el sistema planetario.
Algunos
impactos globales fueron identificados: por ejemplo, la destrucción del
Amazonas, la pérdida de la capa de ozono, la contaminación oceánica, el
derretimiento de los polos, el aumento del nivel del mar, el calentamiento del
planeta, la explosión de reactores nucleares, entro otros. Otros impactos fueron
identificados como desastres locales: la tala de bosques, la pérdida de bosque
seco tropical, los efectos de la construcción de estructuras e infraestructuras
como represas, hidroeléctricas, vías, urbanizaciones, ampliación de la frontera
para ganadería, monocultivos, exterminio de humedales, desecación de lagos, extinción
de ríos, etc. Los distintos medios de
comunicación de masa, las revistas científicas, los eventos científicos, las
discusiones políticas, los partidos “verdes” o ambientales en todo el mundo, el desarrollo de la educación ambiental y
los movimientos sociales fueron centrales en la difusión de estos eventos y en su reconocimiento.
En
ciudades como Cali, capital del Departamento del Valle del Cauca en Colombia, hoy en día se perciben conflictos ambientales, que si se
observan bien, proceden desde tiempo atrás, sobre todo desde el mismo momento
en que se establecieron las políticas modernizadoras y modernizantes que fueron
impulsadas por las elites de poder económico y político de la región. Planes, programas y proyectos que en nombre del "progreso" se llevaron a cabo, pero que terminaron por afectar a los
ecosistemas (con mayor intensidad desde inicios del siglo XX).
Frente a estas acciones lideradas por las elites, aparecieron poco a poco las respuestas y las acciones comunitarias en defensa de los ecosistemas y de los entornos de vida. Algunas de estas acciones fueron de resistencia ambiental. Las protestas por el mejoramiento de las vías en los años setentas, las luchas por los humedales, la destrucción del bosque en los cerros sobre los Farallones de Cali, la lucha por el acceso al agua potable, entre otros, son algunos ejemplos de estos conflictos.
Frente a estas acciones lideradas por las elites, aparecieron poco a poco las respuestas y las acciones comunitarias en defensa de los ecosistemas y de los entornos de vida. Algunas de estas acciones fueron de resistencia ambiental. Las protestas por el mejoramiento de las vías en los años setentas, las luchas por los humedales, la destrucción del bosque en los cerros sobre los Farallones de Cali, la lucha por el acceso al agua potable, entre otros, son algunos ejemplos de estos conflictos.
El
crecimiento de la ciudad hacia el oriente, hacia la ladera en el occidente y el sur de la
ciudad evidenció los fuertes impactos humanos sobre la naturaleza: humedales
desecados, la canalización de los ríos con jarillones mal diseñados y construidos,
la falta de control sobre el espacio, el no reconocimiento de los otros sujetos, la escasez del agua, la expansión urbana en las zonas de bosque son
solo algunos ejemplos de estas afectaciones a los ecosistemas y comunidades.
El
conflicto que actualmente se presenta entre las comunidades asentadas en el
jarillón del río Cauca y algunas agencias del Estado se puede considerar como un conflicto no
solo político, económico, de planeación, sino también como un conflicto ambiental.
También se tiene el caso de la construcción de la Terminal del MIO (Sistema de Transporte Masivo) en el sector del Valle del Lili, proyecto que se pretende realizar sobre un
ecosistema de humedal, el humedal el Cortijo, también puede considerarse como un conflicto ambiental.
Y son conflictos ambientales porque los actores tienen distintos modos de
percibir, comprender y actuar frente a la naturaleza. Para las elites,
corporaciones y empresarios, los bienes de la naturaleza son materia prima, una
mercancía que debe explotarse o usarse para alcanzar el "desarrollo". Para las comunidades, la naturaleza es la fuente de vida y un sujeto de
derechos.
A
estos hechos se suman: conflictos por la contaminación de los ríos que pasan por la ciudad,
la contaminación del aire por parte de las empresas e industrias, el manejo inadecuado de las escombreras,
las actividades de minería en las zonas de los Farallones, etc. A medida que la
ciudad crece, aparecen más y más conflictos ambientales, que se suman a la
lista de los ya existentes desde el pasado y que no han sido
resueltos a pesar del correr de los años.
Lo
interesante es que se evidencia que las comunidades se están organizando para
enfrentar todas estas situaciones adversas. Especialmente aquellas situaciones en donde las decisiones de los agentes privados y del Estado tratan de imponer planes y proyectos de desarrollo que tienen impactos severos en los entornos de
las comunidades y en las condiciones ambientales. La defensa de los árboles, la
defensa del bosque, la defensa de los animales, la defensa de un ambiente sano
y de respeto y responsabilidad con la naturaleza se hace más fuerte cada día. Tal
es la fuerza de la comunidad, que en algunas ocasiones las autoridades deben hacer
uso de la fuerza policial para imponerse y así llevar a cabo los proyectos. A pesar de las acciones represivas y de control, encuentran la
resistencia y la lucha de las comunidades que ya no se dejan manipular tan
fácil como en tiempos anteriores.
Hoy,
las comunidades locales refuerzan su papel como sociedad civil. Una sociedad
civil que se informa, que estudia y trata de comprender los efectos de las
políticas y de los proyectos. Una sociedad civil que se empodera de sus
entornos, que vela por el bienestar de la comunidad y de todo lo que en ella
habita.
Las
elites de poder la tienen bien difícil cuando las comunidades se organizan y
luchan por sus derechos y los derechos de la naturaleza, que son los derechos a
la vida, a vivir sanamente y en paz.
La
cuestión ambiental y el modo como se haga uso de ello, será decisivo para el
mundo político y sus dinamizadores: los agentes y los partidos políticos. Todos aquellos programas políticos y económicos que no incluyan, o
que sus propuestas, afecten o perturben la naturaleza y los entornos de vida de las
comunidades se verán fuertemente debilitados, afectados y extinguidos. Lo
ambiental cobra una importancia sustancial y las comunidades se están armando
de los dispositivos del saber, de la ciencia, de la sociedad y de los elementos jurídicos
para defender la vida.
Por
ello tan importante la alfabetización
ecológica y ambiental. Por ello tan importante la formación ciudadana en un ética de la vida y del ambiente. Una
sociedad que reduzca su vida y su futuro a lo meramente económico, será una
sociedad manipulada, dominada y controlada, que enfrentará con mayor rigor los
estragos de la crisis civilizatoria.
Recomiendo
que las comunidades y todas las personas, incluyendo los actores de poder
político y económico, lean el documento “Manifiesto por la Vida” que se
encuentra disponible en el siguiente link: http://www.pnuma.org/educamb/documentos/Manifiesto.pdf